El Muralista: un gran desconocido

"Para gustos, colores", qué gran verdad... Intentar satisfacer a la totalidad del público estableciendo generalidades, es un absurdo; dejarnos llevar por lo que se entiende como tendencia, es otro absurdo; imponer nuestro estilo eclipsando aquello que más le puede interesar a un cliente concreto es, además de absurdo, atroz.

Recientemente, hemos querido estudiar de manera cercana, qué es lo que la mayoría de los mortales preferímos para nuestras paredes y muebles. Lejos de sorprendernos, en ciertos aspectos, somos bastante predecibles, e incluso, maleables; pero en otros, podemos decantarnos por cosas muy dispares... Hemos podido comprobar, que prácticamente el 99% del público prefiere sus paredes acabadas en mate y color, y salvo algunas excepciones, a todos nos llama la atención aquello que está hecho con las manos de un artesano.

Lo que si está claro es que en general, el público desconoce el trabajo de un muralista, lo tiene muy desvirtuado, tanto a nivel relación calidad-precio, como a nivel de encontrar dónde están los límites de su labor. Y eso es lo que con éste artículo vamos a intentar esclarecer, aunque sea de manera más o menos breve.

Un muralista, es un artista, y como tal su capacidad creativa está entrenada y en continua ebullición. Queremos decir con ésto que, no importa cuál sea el estilo con el que se identifique, prácticamente siempre va a ser capaz de plasmar aquello que el cliente final está buscando, por lo tanto, encasillarlo en un estilo concreto es complicado, dado que su creatividad va a llevarle a una versatilidad casi ilimitada. Salvo en casos de artistas muy consagrados, que ya se pueden permitir el lujo de imponer su estilo, y probablemente son buscados precisamente por ser quien son y pintar de la manera que pintan.

Como artista que es, un muralista que realiza trabajos decorativos, en ningún caso está "prestando un servicio", como puede ser el de pintor industrial; cuando un artista/muralista realiza una técnica decorativa concreta (estuco, lavado, marmoleado...), está realizando una obra de arte, y en ello pone su alma, su corazón y su razón... Es ésto lo que le da la diferencia a su trabajo, lo que le da el valor; y  precisamente ésta confusión, a menudo hace que un artista de éste tipo se sienta minusvalorado por ciertas esferas del mundo del arte.

Existen productos en el mercado, que son muy atractivos a la vista, pues simplemente al ser creados en serie, adquieren ese aspecto pulcro, perfecto, que quizá algo realizado a mano no tiene... Además éste tipo de productos, en muchos casos salen mucho más económicos para el cliente. Un muralista lucha por hacerse hueco en un mundo cargado de papeles, vinilos, impresiones digitales, fotografías, etc. y donde, precisamente el deconocimiento de su trabajo, hace que el cliente se decida por utilizar aquello que ve y encuentra con frecuencia. Es por éste motivo, que los muralistas de ésta era, debemos adaptar nuestro trabajo, e incluso a veces, nuestro estilo, a los tiempos que corren.

Lo que es indudable, es que aquello realizado a mano, por un profesional, por un creativo, por alguien que siente lo que está haciendo, que realmente pone sus cinco sentidos en su labor... es inigualable, y su valor está más que justificado; es mucho más duradero en el tiempo, y es exclusivo.

Por eso desde nuestro blog os animamos a que cuando tengáis que hacer algo en casa, cuando os apetezca darle a una estancia una nota diferenciadora, consultéis con un muralista. Si sois decoradores, arquitectos, constructores... y buscáis algo exclusivo y de calidad, consultad a un muralista, transmitirle vuestras ideas y sumando creatividades el resultado será espectacular!

 

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